Me presento: soy un varón, blanco, español, 1″78 de altura, unos 80 kg de peso, deportista, tengo 35 años aunque con poca experiencia sexual debido a que soy algo tímido. Por este motivo, comencé a frecuentar el chat.
Eso me dio para algunos calentones con alguna que otra chica más lanzada. Por fin, logré hacer una amistad más íntima con una chica de mi misma edad que estaba casada, pero muy falta de cariño y de sexo. Poco a poco fuimos intercambiando correos electrónicos en los que se alternaban lo íntimo, lo erótico y lo jocoso. Pronto nos intercambiamos los teléfonos y, en ese momento, empezó una aventura erótica de lo más excitante.
Una noche de calentura, poco antes de acostarme, envié un sms algo subido de tono a mi amiga. El texto diría algo similar a: Me voy a acostar. No puedo dejar de pensar en ti. Me gustaría tenerte cerca, besar tus mejillas, tu cuello, tus hombros…
Me desnudé, me puse el pijama y, cuando me disponía a meterme en la cama, escuché el bip del móvil. No esperaba una respuesta tan rápida. Mi amiga me decía: Como me gustaría sentir esos besos, tenerte aquí.
Ya dentro de la cama, decidí proceder con el juego. No me esperaba que hubiera contestado tan positivamente. Continué: Mis labios recorren tus brazos desnudos. Te beso las manos. Te abrazo suavemente. Te aprieto contra mí. Noto tu pecho junto al mío. Tu respiración acelerada. Tu deseo.
Apagué la luz. Pensaba en Amparo, que era su nombre. Me imaginaba que efectivamente se alteraba su pulso y su respiración. No sabía dónde estaba.
Pensaba que estaría en su habitación. Y de nuevo otro bip: Noto tu cuerpo junto al mío y siento que me aumenta la temperatura. Cómo te deseo. Necesito un hombre como tú.
La situación se ponía caliente. Sabía que Amparo estaba sola en casa pues su marido estaba de viaje. Presentía que estaba hambrienta de sexo y yo me estaba poniendo como una moto. Contesté: Me imagino que estás en la cama. Lentamente, aparto el tirante de tu camisón. Dejo tu pecho al descubierto. Me aproximo a tu pezón endurecido y ansioso. Lo rodeo con mi lengua. Lo masajeo con la lengua. Lo chupo como un bebé. Me encanta percibir como te excitas.
Al escribirlo, me comienzo a excitar más. Necesito seguir sin esperar respuesta:
Te acaricio el otro pecho con mi mano mientras con mis piernas entrelazo las tuyas. Froto mi polla dura contra tu muslo. Noto como te dan escalofríos mis lengüetazos. Meto mi muslo en tu entrepierna y se me empapa con tus jugos.
Mientras los escribía escucho el bip de su anterior respuesta: Me estás volviendo loca. Te deseo. Te necesito.
Cuando voy a intentar enviar otro nuevo mensaje se me interrumpe por otro de Amparo:
¿Cielo, te llamo?
Me venía de miedo pues estaba a mil y casi no tenía saldo. Para Amparo no era problema el dinero. Quizás ese era uno de sus atractivos.
Por supuesto, mi vida.
Unos instantes después, sonaba el timbre del móvil. Era Amparo, medio cortada, pero como una loba en celo. Me dijo que estaba desnuda sobre su cama con las piernas abiertas, acariciándose las tetas. Me pidió que me quitara el pijama. Yo tenía una erección de caballo. El roce de las sábanas me estaba poniendo a mil.
Deseo lamer tu vientre, bajar con mi lengua hasta tu coño. Si mi vida, lámeme. Paso mi lengua por los labios de tu vagina que está empapada. La pongo dura y te la meto como anticipo de lo que está por venir… Sí mi amor. Aprieto mis muslos y pienso que está dentro tu lengua. Estoy muy excitada. Quiero correrme contigo. Acaríciate, métete los dedos, piensa que son los míos. Me estoy metiendo dos dedos cielo. ¡Cuánto te deseo! ¡Quiero tener tu polla dentro de mí.
Piensa que te pongo la punta de mi capullo en la entrada de tu cueva. Que te acaricio el clítoris con mi polla ¿Te estás pajeando cielo? ¿Deseo tu leche? Te ensarto, te la meto hasta el fondo. Me muevo despacio. ¿Cómo vas? Me voy a correr. Mis huevos chocan contra tu culo. Estoy a punto ¿Cómo vas? Me llega cariño… ¡Dame tu polla!… Siiiiii.
Siiiii. Nuestros jadeos se aceleran, se mezclan Ahhh, Ahhhh… Me he corrido mi vida ¿y tú? También. Gracias cielo… Me dormiré soñando contigo.
Y yo.
Esto se prolongó durante una temporada. Casi todas las noches en las que no estaba su marido me llamaba y disfrutábamos con el claro objetivo de hacerlo realidad. No tardó mucho en surgir la oportunidad, pero esta es otra aventura más excitante.
Necesitamos sus votos, deseamos sus votos…
Autor: anxob
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