Relatos eróticos Marqueze. El Sexo que te gusta leer.

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La jefa de departamento

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En esta ocasión les voy a contar algo que me sucedió recientemente mientras asistía a un curso de actualización organizado por la empresa donde trabajo.

Todo pasaba con normalidad ese día, saludar a viejos amigos y colegas que hacia rato que no veía y quedar bien con los jefes asistiéndoles en la medida de los posible. En estas actividades estaba, saludando a algunos de mis superiores, al director general, a los administrativos (especialmente a las chicas de de informática y administración) sin olvidar a la jefa de departamento. Ella es una mujer madura muy guapa que se ha sabido conservar de muy buena manera, de carácter fuerte y firme, una de esas mujeres que saben bien lo que quieren, claro sin dejar de ser amable. La saludé de forma normal y ella me respondió de la misma manera, aunque algo en el tono de su voz no se me hizo normal, seguí en mis actividades sin darle mayor importancia.

Después de algunas horas dentro de las conferencias ya me sentía algo aburrido, decidí salir un momento para despejarme un poco, mirar los stands de los patrocinadores que nunca faltan a ese tipo de eventos, sin darme cuenta salí con el gafete aun colgado al cuello, casi al salir escuche a alguien que decía
“usted debería verse aun mejor, eso es solo para identificarse licenciado, no es un accesorio”
era una voz femenina llena de autoridad que me hizo sentir pequeño, recordé que tenia el gafete puesto y sin decir nada me lo quite y lo guarde en el bolsillo de mi saco, con disimulo mire quien había dicho eso, vi a la única mujer que estaba en esa zona, era la jefa del departamento, al notar mi mirada solo esbozó una cara sobria, continúe mi camino sin dejar de pensar en esas palabras, era extraño para mi pues normalmente no suele dirigirse de forma tan personal pues por la naturaleza de mi trabajo solo la llego a ver ocasionalmente o cuando asisto a uno de estos cursos, de hecho suele ser indiferente a cualquier comentario extra concretándose a el asunto que deba tratar, ni mas ni menos, pero después de todo lo mas seguro es que solo fuera mi calenturienta imaginación que esta activa permanentemente. Tome un café, mire por ahí un rato y regrese a las conferencias, al pasar por la sala de patrocinadores la vi nuevamente sentada en un stand que estaba desocupado, frente a su laptop, aunque no se veía que estuviera revisando algo precisamente, mas bien se le notaba aburrida y no era para menos pues el curso no tenia mucho que ver con su área de desempeño, la salude a la distancia con una seña y pase a las conferencia.
Así transcurrió el resto del día sin ninguna novedad, al finalizar el curso, me despedía de los colegas y los amigos cuando vi a la jefa de departamento platicando con los organizadores, noto mi mirada y volteo la cara hacia mi, yo solo pude decir amablemente
“hasta luego”
Ella respondió de la misma manera, algo raro pues no suele interrumpir sus conversaciones por saludar a alguien de un rango menor, continuaba con mi camino y la escuche que me llamaba
“licenciado, ¿puede venir un momento por favor?”
Me acerque
–“dígame, ¿en que le puedo servir?”-
“¿podrías ayudar a recoger el equipo de computo que se uso en conferencias por favor?, mira esta al fondo, ahí ya hay algunos de tus compañeros almacenándolo”
–“claro, voy enseguida”-
Por dentro pensé (ya se me hacia demasiada atención de su parte, para lo único que me dirigiría la palabra es para pedirme algo, debo de dejar de pensar en estupideces). Cuando llegué al lugar ya habían cargado casi todo en el ascensor de servicio, tome una caja que aun faltaba cargar y me apresure a entrar al ascensor, este nos llevo a el sótano del lugar donde subimos las cosas a una camioneta de la empresa, solamente dejaron una laptop y una impresora que me pidieron cuidara unos minutos mientras que pasaba Giménez en otro vehículo a recogerla, pues ese equipo había sido prestado por el y no pertenecía a la empresa.
Me quede esperando a que pasaran a recogerlo, estuve en el lugar cerca de 15 minutos, la mayoría de los asistentes ya se habían retirado pues había empezado a llover y el trafico suele complicarse en esa zona de la ciudad. Se acercó un auto y era la jefa de departamento, se detuvo donde yo estaba, bajo su ventanilla, me miro y dijo
“licenciado, ¿que hace aquí?”
–“cuidando este equipo mientras viene Giménez que debía recogerlo”-
“hay no puede ser con este tipo, tiene mas de media hora que salió de aquí, ya debió olvidar que tenia que recogerlo, no te preocupes, súbelo a mi auto y yo mañana se lo entregare”
Tome la laptop y la impresora y la coloque en la cajuela de su auto,
-“gracias, ahora debo irme”-
“espere licenciado, suba a mi auto, lo llevare cerca de su hotel, queda de paso a mi casa, además está lloviendo a cantaros allá afuera”
Me contesto.
Subí al auto inmediatamente, al entrar no pude dejar de notar sus lindas piernas saliendo por debajo de esa falda, su blusa blanca se pegaba a las formas de su cuerpo por que estaba mojada por la lluvia, eso hacia que se marcaran bellamente sus senos; al notar mi mirada dijo
“¿todo bien licenciado?”
–“si, es solo que note que esta completamente mojada”- Pensé de inmediato (maldita suerte ahora solo falta que me reporte por acosarla)
“ni lo menciones, salí a tomar un café al terminar el evento y de regreso camino al estacionamiento me tomó por sorpresa este aguacero”
me decía esto mientras se sacudía un poco del agua de su blusa que no hiso mas que adherir la delgada tela aun mas a su hermosa piel blanca, condujo algunas calles mientras platicaba de cosas triviales, yo le respondía casi en automático mientras que mi mente no dejaba de recordar lo que había visto hace escasos momentos y como ya lo mencione antes ella es una mujer madura que a pesar de los años se ha sabido conservar en excelente forma, es alta, delgada, de piel clara, tiene el cabello largo y rizado, un rostro lindo que siempre luce bien maquillado, tiene piernas bien formadas y su manera de vestir resaltan mucho sus atributos, definitivamente no le pide nada a el cuerpo de alguna de las mujeres mas jóvenes, esto para mi era una escena incómoda, pues mi mente continuaba con esas imágenes morbosas, aun sabiendo que esa mujer seguía a mi lado apenas a unos centímetros. Su voz interrumpió aquellos pensamientos,
“eres muy callado o es que te estoy molestando”
–“no para nada, es que soy algo tímido en ocasiones”-
“entiendo, no deberías ser así, la gente suele crearse una imagen equivocada de las personas que hablamos poco, yo igual soy muy reservada en el trabajo, pero fuera de él suelo ser un poco mas extrovertida”
Llegamos a mi hotel y entro con su auto hasta el estacionamiento subterráneo,
“oye, podría pasar un momento a tu habitación para secarme un poco y cambiarme esta ropa, si no te molesta”
–“si claro, debería hacerlo pues ya esta haciendo bastante frio”–
“tengo una muda de emergencia en el maletero para ocasiones como esta”
Me ofrecí a cargar el bolso donde llevaba su muda de ropa y subimos hasta mi habitación, entramos, coloque mis cosas sobre el tocador de la habitación, ella me dio la espalda, caminó justo al centro de la habitación:
“¿podrías ayudarme a bajar el cierre de la falda?”
Tarde un momento en asimilar esas palabras, por un instante pensé que eran solo de mi excitada imaginación, volví a la realidad y vi que era verdad lo que había escuchado cuando soltaba el broche primario de su falda, reconecte mi cerebro y mi mente a mi boca.
-“claro, permíteme”-
Me acerqué con timidez, baje el cierre, sus manos comenzaron a bajar la falda lentamente, ante mi estaba una imagen impresionante de su precioso trasero decorado solo por una panti negra muy elegante, la falda resbalo suavemente como si no quisiera despegarse de sus caderas… y quien podría querer dejar de sentir tan lindo trasero…. finalmente la falda llego hasta sus piernas y cayó hasta el suelo donde fue recibida por unos costosos zapatos de tacón muy pronunciado, estaba atónito con tan insinuante situación, se giro, dio un paso hacia atrás para quedar frente a frente, su mirada estaba fija en mi rostro, su mano derecha soltó el primer botón de la blusa mientras que la otra repetía la operación en el segundo, era una escena que pasaba en cámara lenta ante mis ojos, poco a poco los botones de su blusa se agotaron, su mirada era maliciosa, solo oculta bajo el marco de sus anteojos, abrió su blusa por completo y esta tuvo la misma suerte que su falda, su fino bra negro era el único sobreviviente sobre sus bien formados pechos, se quito los anteojos y los arrojó hasta el tocador, su rostro lucia aun mejor de esta manera, sus pestañas largas y rizadas ahora eran lanzas que parecían me matarían ante la primer mirada directa, me quede petrificado, mi miembro estaba sufriendo el mismo efecto; por fin mi cerebro pudo conectarse con mi boca y articular algunas palabras:
-“usted en verdad que es muy distinta de lo que creí”-
“¿a que te refieres?”
Esbozó una cara seria, tal vez se había sentido ofendida
-“no creí que estuviera tan guapa, bueno eso es lo que puedo ver desde aquí”-
“gracias “
Sonrió, su semblante cambio nuevamente, ahora se veía un poco sonrojada y un extraño brillo se notó en sus ojos, lentamente se acerco a mí izquierda me tomo la mano y la puso sobre su cintura
“¿y así de cerca me sigo viendo guapa?”
-“así de cerca no solo es guapa, es muy sensual”-
Dio un paso al frente, colocó su brazo alrededor de mi cuello quedando prendida de el y recargo todo su lindo cuerpo contra el mío, sin duda pudo sentir la erección que crecía bajo mis pantalones.
La tomé con delicadeza por la cintura y espalda, ella me beso en los labios de una forma muy apasionada, se notaba la gran experiencia y la decisión de obtener siempre lo que desea, sus labios eran deliciosos, húmedos, cálidos, su lengua inmediatamente fue al fondo de mi boca, lo hacía con movimientos hábiles que yo no había experimentado nunca antes, su aliento era exquisito se mezclaba con el aroma de su cuerpo que se hundía a través de mi nariz llegando a mi cerebro y anulando cualquier otro pensamiento que no fuera ella.
Me tomo de la mano y me llevo hasta la cama, entre besos y caricias hiso que me recostara, tenia una forma dominante y muy sexy de recorrer mi cuerpo con sus manos, su boca me excitaba al máximo mientas recorría mi cuerpo y mis labios. Mis manos recorrían su cuerpo con delicadeza alcanzando sus piernas, nalgas y su espalda, ella permanecía montada en mí, asediándome con el calor de su vagina que traspasaba su elegante panti y frotaba mi miembro con ella, sabía muy bien lo que estaba provocando en mí.
En cuanto sintió el bulto que se forma en mi pantalón lo acomodó con una de sus manos sobre mi vientre en dirección a mi ombligo para después acomodar nuevamente su caliente vagina sobre el y reiniciar sus rítmicos movimientos, asiendo que yo disfrutara de una paja excitante, pude notar como esta situación le excitaba, hábilmente me saco la camisa y esta vez fue su lengua quien me erizaba al contacto, recorrió mi pecho lenta y deliciosamente y regreso a mi cuello, sus manos desabrocharon mi pantalón y en unos cuantos movimientos se había despojado del resto, yo no podía dejar de recorrer su espalda, alcance el broche del bra que cedió fácilmente, el tiempo parecía detenerse nuevamente; brotaron dos preciosos senos bien formados, blancos como las nueves coronados por dos ángeles que eran sus pezones, se despojo de esa prenda y dirigió mi rostro contra ellos, bese suavemente al primero que tuve a mi alcance, su cuerpo dio un diminuto salto que recorrió su espalda en una descarga, sus pezones se pusieron firmes en respuesta, volví a besarlos con la misma suavidad, sus pezones estaban ya totalmente turgentes, la punta de mi lengua roso a esos ángeles, escuche sus suspiros, su cadera se restregó con mayor fuerza e intensidad sobre mi verga en esta ocasión, el tiempo volvió a marchar, sus caderas se movían deliciosamente sobre mi, besaba sus pechos alternadamente con sus hombros y su cuello que tenia un aroma desquiciante, ella contoneaba su cuerpo de modo tal que mis caricias fueran directamente a donde ella lo estaba deseando, sin duda era dueña de la situación.
Quito la ultima prenda que seguía aferrada a tan hermoso cuerpo, su vagina bellamente depilada con solo un poco de vello delineado con precisión reclamaba su parte del botín, asumió la misma posición montada sobre mi, volvió a poner mi verga dura recostada sobre mi vientre apuntando el glande hacia mi ombligo, sin dejarse penetrar hábilmente coloco su húmeda vagina sobre el cuerpo mi verga, sus labios vaginales quedaron a cada lado de mi verga, reinicio el tortuoso masaje sobre mi verga que me estaba matando deliciosamente, el calor de su vagina era directamente vertido sobre todo el cuerpo de mi verga gracias a los abundantes jugos que emanaba su cuerpo, pronto lubricaban abundantemente y hacían que viviera la paja mas extraña y deliciosa de mi vida, miro mi cara de excitación, subió el ritmo del movimiento, el dominio la excitaba a ella tanto como a mi, la fricción de nuestros sexos me tenia en la sima del éxtasis, apreté sus nalgas para tratar de deterla un poco, yo no quería terminar sin penetrarla primero y ella no pretendía ser penetrada aun, al presionar sus caderas solo logre que la presión y la fricción sobre mi verga fuera mayor, sus ojos se abrieron un poco mas, su rostro expresaba la excitación, un fin sudor brotaba de su rostro, aprovechó el aumento de la fricción para aplicar también su castigo en su clítoris con la misma pasión, su respiración estaba agitada, no pude notar nada mas en su rostro por que m i boca regreso a sus deliciosos pechos, una mano en mi nuca me decía que ese era el camino correcto, mientras que ella seguía restregándose con mi verga y castigando su clítoris en mi; mi rostro se perdía en sus pechos que para este momento estaban comenzando a sudar, podía escuchar su corazón agitado, su piel era deliciosa y tersa, la mas suave que había probado, con facilidad se sonrojaba al hacer una leve succión o al morderla, mis manos alternaba sus caricias en sus nalgas y su espalda, en parte para evitar despegarme de su cuerpo, sus nalgas se podrían haber fundido a mis manos por lo calientes que estábamos, se contraían rítmicamente los músculos de esas preciosas y firmes nalgas, se notaba que el gym era uno de sus pasatiempos, los muslos bien formados que me rodeaban me confirmaban mis suposiciones, me tenia súper excitado, casi suplicaba por que me dejara penetrarla pero su posesiva forma de hacerlo me tenia atrapado y me tenia a una sacudida del orgasmo, yo quería depositarlo en su vagina pero lo que sentía era tan delicioso que si asía lo quería ella yo no podía pedir nada mas, con sus manos en mi nuca dirigía mi rostro para indicarme en que lugar deseaba sentirme, así lo hice hasta que algo nuevo sucedió, sus manos e aferraron con mayor firmeza a mi, su cuerpo parecía contraerse intermitentemente, era claro que la excitación que yo estaba sintiendo estaba teniendo la misma intensidad en ella, seguramente ya se habría dado cuenta que no tardaría mucho en venirme, el poder de seducción que ejercía en mi la ponía cerca del éxtasis, su cuerpo se levanto ligeramente, tomo mi verga y la coloco justo a la entrada de su vagina, sentí un inmenso calor sobre la punta de mi verga, ella soltó un largo suspiro, la cabeza de mi verga en su raja le provocaba la misma excitación que a mi, después se dejo caer sobre mi, encajándose de un solo golpe todo el grueso de mi, su raja se abrió de par en par para mi, facilitándose mas por la abundante lubricación en su interior, el calor de su interior era casi intolerable, quería venirme en ese momento, pero la violencia con que se dio esa penetración también me causo un poco de dolor que calmó mis ansias, su cara era de completo éxtasis un gemido ahogado en su boca me decía que estaba ella tan cerca del orgasmo como yo, sin parar un solo momento comenzó a mover sus caderas ahora en forma circular, apoyando sus manos en mi abdomen para tener un mejor apoyo, en esta posición clavaba sus uñas en mi abdomen cuando la verga en su interior rozaba las zonas mas sensibles de su cuerpo, al tener sus brazos juntos hacia que sus pechos se apretaran uno contra el otro, el volumen de esos celestiales pechos parecía haber aumentado, era una imagen divina, me tenia engolosinado, comenzó a mover mi pelvis hacia arriba, esto levanto un poco su cuerpo, sus caderas en mis manos se contrajeron y nuestros sexos hicieron un pequeño sonido entre liquido y chasquido, repetí la operación con mas fuerza, la reacción se repitió ahora acompañada de un nuevo rasguño en mi abdomen, me miro fijamente a los ojos, sonrió y mordió su labio inferior, lo estaba disfrutando mucho, esa era la señal para continuar, ahora combinábamos su movimiento circular de caderas con mi movimiento ascendente y descendente de mi pelvis, sus jugos escurrían abundantemente sobre mi verga llegando a mojar mis testículos, el chasquido liquido de nuestros sexos se mezclaba con el sonido de gemidos y suspiros de placer, los movimientos subían de tono, las caricias se volvían mas fuertes llegando casi al punto de la violencia que desfrutábamos abiertamente, las respiraciones eran muy agitadas en este punto, la tortura previa había menguado mis fuerzas, no podría durar mucho y no quería dejar de disfrutar tan magnifica hembra, su vientre se agitaba repentinamente, su blanca piel se puso enrojecida, un leve sudor llenaba su cuerpo, la tención en sus músculos se presentó, su rostro tenia un gesto muy particular, su cadera se movió con tremenda violencia, gemía intensamente pero de forma ahogada, las intensas contracciones de su vagina en mi verga confirmaban el diagnostico, se estaba viniendo, yo ayude su objetivo con fuertes arremetidas que llegaban hasta el fondo, continúe así aunque ella pedía que fuera mas lento, no hice caso, tanto que su cuerpo saltaba en ocasiones sobre mi, sus pechos saltaban ante cada embate, su cuerpo intentaba separarse del mío pero mis manos en sus caderas evitaban se librara de las embestidas, su orgasmo continuo, gemía casi como si quisiera llorar, se puso totalmente tensa y sus uñas se encajaron firmemente en mi abdomen, esta maniobra hizo que chorros ardientes de semen brotaran de mi verga llegando a chocar justo con el fondo de su vagina, sus entrañas debieron calentarse con mi jugo en su interior, la sensación logro que por fin se desinhibiera por completo soltando un gemido de placer intenso….
…Descanse las acometidas y ambos regresamos a nuestros movimientos pero esta ves de forma mas lenta, se podría decir que ahora eran movimientos tiernos, así continuamos un momento entre leves caricias y besos abrazados uno al otro se quedo dormida sobre mi, continúe acariciando su espalda por un tiempo, miro su reloj…. Lo inevitable tenia que suceder… regresamos a la realidad de los deberes. No nos hemos visto nuevamente en semejante situación, pero no pierdo la esperanza de repetir la hermosa experiencia que me hizo vivir.

confesiones mujer de engaño

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Con mis manos busqué su enorme falo, y lo metí en mi conchita. Al principio solo permitió que la cabeza entrara, y yo apretaba las piernas y le gritaba que lo metiera todo, pero él se hacía de rogar. Pero cuando menos me lo esperaba, lo metió todo de un solo golpe, mi gemido pareció más un grito que otra cosa. Siguió metiéndolas de golpe hasta el fondo y sacándola lentamente.
Hola soy Sofía, una mujer de 23 años, casada desde los veinte. No hemos tenido hijos pues esperamos a terminar nuestras carreras. Lo que estoy apunto de contarles es algo que pasó durante el primer año de nuestro matrimonio al establecernos en un edificio de departamentos cerca de el centro de Guadalajara, Jalisco.

Como un matrimonio que apenas comenzaba, no podíamos pagar algo más caro así que nuestro primer hogar fue ese pequeño departamento. Mi marido trabajaba de vendedor en una empresa automotriz, y salía desde las 9 de la mañana para regresar pasadas las 7 de la tarde. Y yo por mi parte, iba a la escuela por la mañana y regresaba cerca de las 2 de la tarde y me dedicaba a los asuntos hogareños. En nuestro piso había cuatro departamentos donde vivían dos familias con hijos y una pareja, Angélica y Javier, que aunque no tenían hijos aún, la chica tendría algunos meses de embarazo.

Yo seguido me topaba con Javier en las escaleras cuando llegaba de la escuela y él llegaba de su trabajo para pasar la hora de comida con su mujer. Subíamos los cuatro pisos platicando de cualquier eventualidad y al llegar al piso nos despedíamos con un “hasta luego” y no había más que eso.

Javier era un chico de unos veintiocho años delgado y alto, de piel blanca y unos ojos verdes que más que intensos eran alegres. Su voz era muy tosca aunque su sentido del humor era muy agradable. Mi esposo seguido salía al pasillo y se sentaban juntos a fumarse un cigarrillo. Muy seguido se les escuchaba riéndose, platicando de no se que cosas.

Las vacaciones llegaron, y la escuela me dio un grandioso mes para descansar de ella, así que yo pasaba casi todo el día en la casa, a veces platicando con mi marido por el Messenger, o viendo algún programa de televisión. Una de esas tardes, cuando salí a comprar lo que necesitaba para la comida del día, me topé de nuevo con Javier quien se veía cansado. Al preguntarle me dijo que su esposa se había puesto delicada por el parto, y que la había llevado con su mamá para que la cuidara los dos últimos meses de su embarazo.

Mientras platicábamos noté que muy seguido me volteaba a ver las piernas, como queriendo descubrir si traía ropa interior debajo de mi falda. Al principio me incomodó, pero no le di mucha importancia. Siempre me ha gustado presumir mi cuerpo, enseñarlo. Siento muy bien cuando se me quedan viendo al caminar por las calles. Eso vuelve loco a mi marido. Si bien no tengo unos senos muy grandes, tengo muy buen trasero y mis piernas siempre me las han envidiado mis amigas. Soy blanca y de ojos miel. Mi pelo es ondulado y me gusta mucho el color rojo para teñírmelo.

Bueno, me desvié un poco de la historia. El caso es que Javier me dijo que estaría viviendo solo durante los dos últimos meses de embarazo de su mujer y la cuarentena después del nacimiento. Yo solo le dije que deseaba que su esposa se recuperara y me dirigí a mi departamento. Al llegar sentí un calor extraño. Me puse a pensar en la manera en que Javier me veía, como si me deseara, como rogándome que le dejara ver más que mis piernas. Por supuesto, aunque me excitó un poco traté de que no pasara a más pues llevaba apenas cuatro meses de casada, pensé en mi esposo y ese día hasta ahí quedó el asunto.

Los encuentros entre Javier y yo se hacían cada vez más frecuentes desde ese día, hasta llegué a pensar que él me esperaba para poder platicar conmigo. Estuve tentada a comentarle a mi esposo cuando llegó, pero ellos ya se habían vuelto como amigos, así que no quise importunar su amistad. Y para ser un poco más sincera, me gustaba encontrarme a Javier, me gustaba la manera en que me miraba, como desnudándome con la mirada, y claro, si eso pasaba es por que de alguna manera yo lo había dado pie a que lo siguiera haciendo.


Muchas veces entraba a mi departamento con la entrepierna completamente húmeda por la excitación que me causaba las pláticas y las miradas de Javier. Aunque hasta ese día no había existido ninguna insinuación de su parte más que las miradas.

Uno de esos días, mientras hacía mis deberes, vi cuando Javier llegó en su carro. En ese momento sentí ganas de topármelo, pero quería darle un toque excitante al asunto, así que me puse rápidamente una falda sin ropa interior por debajo. Una blusa que me permitiera mostrar mi escote (por muy pequeño que este fuera), tomé mi bolso y me salí con el pretexto de comprar las cosas para la comida. Javier y yo nos topamos en el segundo piso cuando él subía y yo bajaba. Cuando nos saludamos pensé que no había notado nada, pero al despedirnos me dijo con una sonrisa que se me veía muy bien la conchita rasurada.

Tal vez cuando volteó para arriba hubo algún momento donde sin quererlo lo dejé ver por debajo de mi falda y había notado que no había vello púbico en mi entrepierna. En ese momento me puse muy roja, me avergoncé y no dije nada, solo seguí bajando y fui a comprar lo que necesitaba. Al volver, él estaba sentado en las escaleras esperándome. Si me sorprendió un poco, pero traté de ignorarlo, solo lo saludé y fui hacia mi departamento.

Cuando abrí la puerta de el departamento, él me preguntó si lo de no ponerme ropa interior lo había hecho por él, le respondí que no, aunque el sabía que mentía. “¿No me invitas a pasar Sofía?” me dijo después. Le comenté que mi marido podría llegar en cualquier momento, pero él ya sabía que mi marido llega hasta pasadas las 7 de la tarde. Dejé las cosas sobre la mesa de centro de la sala, y cuando me agaché para hacerlo sentí como sus manos me sostenían de la cintura por detrás. Mi corazón comenzó a palpitar aceleradamente. Me alejé rápidamente y me soltó por un momento, pero en seguida se me volvió a acercar tomándome de nuevo por la cintura ahora de frente.

¿Qué estás haciendo? dije con un tono molesto, pero al terminar quise quitarme, pero él era más fuerte que yo. Comencé a sentir sus labios en mi cuello, y sus dedos metiéndose entre mis labios vaginales. Enseguida lo empujé alejándolo de mí. Mi respiración estaba a cien, y sentía mi vagina palpitar al igual que mi corazón. Los jugos vaginales se escurrieron por mis piernas y él solo se quedó parado a dos metros de mí. Me dijo que lo sentía, que había pensado que yo también lo quería, se dio la vuelta y se fue a su departamento.

Mi respiración no cedía, y mi vagina seguía tan caliente como cuando él la había manipulado con sus dedos mágicos. Comencé a masturbarme pensando en lo que él hubiera podido hacer si yo lo hubiera dejado, y alcancé un orgasmo enorme que me hizo temblar. Tenía la mano completamente empapada de mis jugos lubricantes, pero mi vagina seguía palpitando. Yo seguía calientísima y no quería conformarme con un dedo para calmar mi calentura. Tomé una toalla y me sequé la entrepierna y mis piernas, pero de mi vulva seguía saliendo líquido.

Tomé las llaves del departamento y salí de el. Crucé el pasillo y estaba apunto de tocar la puerta del departamento de Javier cuando me di cuenta que su puerta estaba entre abierta. La abrí lentamente y entré. Las cortinas estaban cerradas, el departamento estaba completamente oscuro aunque solo eran las 3 de la tarde. Entré sigilosamente, estaba muy nerviosa, me excitaba lo que estaba haciendo. La poca luz que pasaba a través de las cortinas me permitía ver por donde caminaba.

La puerta de la habitación principal estaba abierta, en la cama distinguí la silueta de Javier acostado boca arriba. Solo tenía puesto un bóxer claro. Entré a la habitación, Javier había decidido tomar una siesta después de mi rechazo. Dejé mis llaves en el tocador sin hacer ruido y me acerqué a él lentamente. La respiración de Javier era todo lo que se escuchaba en la habitación. Me senté a un lado de él, con mi mano toqué mi vagina, estaba muy mojada y la acaricié un minuto dudando si debería estar haciendo lo que hacía, si debería estar ahí.

Con cuidado saqué su flácido pene por la abertura del bóxer, un pene hermoso, jamás había visto en persona un pene sin circuncisión. Me hinqué en la cama y me incliné. Puse su pene en mi boca y comencé a chuparlo tiernamente. Pronto comenzó a adquirir tamaño, era impresionante, unos 20 centímetros si no es que más. Seguí masturbándolo con una mano, y con la otra acariciaba mis labios vaginales. Mi mano estaba de nuevo llena de lubricante de mi vulva.

Javier despertó sin decir una palabra, solo sentí sus manos acariciando mi cabello mientras metía su enorme y delicioso falo en mi boca. Dejé escapar unos gemidos de mi boca, y sentí la respiración de Javier, sentí como se aceleraba. Lo despojé de su bóxer y él se levantó acariciándome los hombros mientras me daba un profundo beso que me causó un estremecimiento en todo mi cuerpo.

Me despojó de toda mi ropa, y siguió besando mi cuello y mis hombros, pasándose a mis senos.

Enseguida me recostó lentamente y fue besando desde mi cuello hasta abajo, llegando a mi pubis. Con sus manos abrió mis labios vaginales, y con su lengua buscó mi clítoris y comenzó acariciarlo con la punta de su lengua.

Yo estaba vuelta loca, mis gemidos eran tan fuertes que temí que alguien nos escuchara. Con ambas manos agarró mis nalgas, y levantaba mi cuerpo, arriba y abajo, mientras con su lengua chupaba todo mi sexo y momentáneamente metía su lengua en mi orificio. Pronto cedió, y me volvió a besar la boca.

Él tenía la cara completamente mojada por mis líquidos sexuales, pude percibir el aroma y el sabor de mis jugos cuando me besó.

Con mis manos busqué su enorme falo, y desesperadamente lo metí en mi conchita. Al principio solo permitió que la cabeza entrara, y yo apretaba las piernas y le gritaba que lo metiera todo, pero él se hacía de rogar. Pero cuando menos me lo esperaba, lo metió todo de un solo golpe, mi gemido pareció más un grito que otra cosa. Siguió metiéndolas de golpe hasta el fondo y sacándola lentamente.

Así estuvo más de 10 minutos, yo sentía que a cada acometida mi cuerpo perdía fuerzas. Mis gemidos era todo lo que se escuchaba en la habitación. Comenzó a hacerlo cada vez más rápido, mi cuerpo comenzó a entrar en un estado de excitación que jamás había sentido.

Las lágrimas comenzaron a salir de mis ojos, y dejar de gemir o reprimirlo era completamente imposible. Unas ganas de llorar combinadas con unas ganas de reír y de gritar se hicieron presentes. Javier seguía cogiéndome rápido y fuerte y yo terminé casi con un desmayo y un grito, un orgasmo como jamás lo había sentido.

Duré 5 minutos antes de recuperar por completo el control de mi misma, la sensación del orgasmo me duró todo ese tiempo y yo apretaba las sábanas sintiendo el calor del semen de Javier, entrando en mis entrañas.

Después de ese orgasmo cada caricia era como uno más pequeño, mi cuerpo quedó tan sensible que cuando Javier metió dos dedos volví a tener otro orgasmo más pequeño.

Cuando recuperé las fuerzas me levanté sintiendo la cama completamente húmeda. El cuarto por completo olía a mi líquido lubricante y a sudor de los dos. Me puse mi ropa y regresé a casa, ese día no pude mirar a mi marido a los ojos.

Me prometí a mi misma jamás volver a serle infiel, pero en estos tres años he caído de nuevo más de una vez. Estoy segura que querrán saber como fue.

Autora: Sofía
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