Relatos eróticos Marqueze. El Sexo que te gusta leer.

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Cuatro semanas sin verte

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Cuatro semanas sin verte parecieron años. Este viaje fue maravilloso y debo decir que las tentaciones que he encontrado han sido muchas  pero yo solo tenía mis pensamientos para vos estabas en mi mente todo el tiempo y ahora que te veo me doy cuenta porque eres el único hombre que me hace vibrar con su sola presencia.
Había llegado casi a medianoche y  ya era tarde para ir a su casa. No soy de dar sorpresas y a esas horas no era buena idea. Pero lo extrañaba muchísimo y necesitaba verlo.
 Dejé mi maleta, tome las llaves de su apartamento y fui hacia allí. En el camino pensaba miles de cosas… si estaría solo… despierto…en lo que diría al verme después de todos estos días alejados y sin contacto.
Al abrir la puerta encontré un completo silencio, apenas pude guiarme  por la luz que entraba en una de las ventanas de la sala. La mesa estaba desordenada, llena de papeles y libros. Seguramente había estado trabajando hasta tarde. Camine silenciosamente hacia el dormitorio, la puerta estaba cerrada, sentí temor antes de abrirla, no sé porque pensaba que él  estaba con otra mujer, que en este tiempo alejados había encontrado alguien con quien olvidar.
Cosas de mujeres inseguras pensé y si era así…
Que mal pensada que eres mujer me dije al verlo solo acostado de lado sobre la parte izquierda de su cama.  Dormía plácidamente y completamente desnudo sobre unas sabanas blancas que apenas cubrían sus muslos. La claridad que entraba de afuera en la habitación me dejaba ver su cuerpo y su rostro que apenas se movía al ritmo de una leve respiración casi imperceptible. Era maravillosa la imagen y debo decir que me excito muchísimo. Lentamente fui quitándome la ropa mientras no alejaba mis ojos de él.  Deseaba custodiar sus sueños toda la noche y acariciarlo con algo más que mi mirada.
Fui hacia el baño a darme una ducha, la necesitaba, estaba tensa de tantas horas de viaje. Cuando el agua tibia comenzó a caer sobre mi piel una sensación eléctrica corrió por mi cuerpo que exploto en mi clítoris. Mi deseo estaba creciendo al pensar que él estaba tan cerca de mí. Comencé instintivamente a estimular mi sexo mientras pensaba en lo que me esperaba en la cama. Apenas quite la humedad de mi cuerpo y camine hacia el cuarto donde él seguía dormido profundamente. Me acerque a su cuello y lo bese suavemente, apenas se movió y volví a besarlo en sus labios esta vez con más intensidad mientras mis manos comenzaron acariciar bajando lentamente por su pecho. Sus ojos permanecieron cerrados pero emitió un leve gemido cuando vi como su flácido miembro comenzaba a engrosarse. Era momento de darle sus caricias y sus besos. Cuando mis labios tocaron sus testículos su cuerpo se estremeció y se movió quedando boca arriba con las piernas abiertas en clara señal de estar a disposición de todo lo que yo quisiera hacer con él. Sus ojos seguían cerrados y estaba entre dormido y me gustaba ver como su miembro se endurecía  y cada vez más tenso se ponía cuando chupaba sus testículos llenando mi boca, ya no podía mantenerse dormido ante semejante felación que lo estaba dejando cada vez más inquieto. Yo estaba ansiosa y completamente excitaba. Termine por ponerme encima de él sobre su pubis frotando la humedad de mi sexo contra su miembro y dejando que mis senos se adhieran sobre su pecho envolviéndonos en un intenso calor.
-        Eras tú mi amor… lo sabía – dijo besándome  intensamente.
Adoro sus besos cuando buscan mis labios y mi lengua, es que lo siento parte de mí y soy parte de él.  Sus brazos me envolvieron como un manto dejando que sus cálidas manos acaricien mi espalda hasta llegar a mis glúteos. Éramos una sola carne deseosa. Quería sentirlo penetrarme y hacerme gozar tanto hasta desfallecer sobre su cuerpo. Pero sabía que me haría desearlo más aun.  Continúo fregando la punta de su miembro en mi sexo sin llegar a penetrarme. Cuando de repente elevo mis nalgas y termino colocando mi vulva sobre su boca y sin dejarme  reaccionar comenzó a chupar mi vulva retorciendo mi clítoris entre sus labios y haciéndome acabar en unos instantes de una forma intensa que me hizo aflojar las piernas. Ahora quería yo continuar mamando su miembro y hacerlo estallar, pero el tomo la iniciativa de ponerlo entre mis labios y mirar como yo lo disfrutaba…
Cuando sentí que su barra de carne dura y gruesa llegaba al fondo de mi garganta una y otra vez,   me dio vuelta sobre la cama abrió mis muslos y me penetro arrancándome un grito de placer ante aquella embestida intensa.  Sus manos  se posaron sobre mis senos  frotándolos hasta terminar llevando a su boca mis pezones y volvió  a embestirme,  ahora con más fuerza que la vez anterior. El ritmo de nuestros cuerpos comenzó a sincronizarse en una ida y vuelta que me estaba enloqueciendo. Lo sentía cada vez más duro y más caliente dentro de mí. Mis gemidos fueron en aumento y sentí irme ante aquella embestida imparable que me estaba dando… Es hermoso cuando un hombre sabe moverse a tu ritmo… es lo más exquisito porque te lleva al máximo de tu clímax y deseas más después de ello. Adoro que lo haga así. Que empiece dándome con fuerza hasta cansarse y luego deje que yo siga. Sabe que me gusta arriba, primero ponérmela suavemente, jugando a que solo empezamos con la puntita y luego un poquito mas y mas hasta que llegue al fondo y es el momento de moverme y mecerme sin parar, sabe cuánto me gusta hacerlo porque manejo mi ritmo y me hace volver loca de placer, lo beso y lo muerdo muchas veces porque es tan intenso los orgasmos que me logra arrancar que pierdo la noción del tiempo. Y así estoy hasta cansarme y desfallecerme sobre su pecho muchas veces. Y es el momento de dejarlo a el volver a darme y acabar junto a mí esta vez.
Esta vez me puso de espalda y me penetro, comenzó lentamente pero luego me dio con fuerza sin parar hasta sentirlo  morder  mi espalda con intensidad y una embestida profunda y caliente  comenzó a llenarme con su semen mientras  sus gemidos me anunciaron que su orgasmo había llegado.
Su cuerpo quedo relajado sobre el mío. Y el sueño nos gano pero no por mucho tiempo. Había que recuperar las cuatro semanas sin verse. Este era el comienzo. – Tengo tanto para ti – dijo – y yo para ti mi amor  - dije al cerrar mis ojos...

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