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Llamarse Axel tiene un curioso acento ya hecho común, con lo que en su momento me dejó poco conforme.
Con 19 años mi gusto por los deportes se había vuelto muy Cool y los barros en mi cara comenzaban a ceder, por lo que las muchachas se me acercaban, no sin decirme como parte del juego que me veía muy infantil, pues de ser gordo comenzaba a bajar de peso y desarrollar un cuerpo atlético que cada vez les era más atractivo, pese a tener lo que llamaban una cara demasiado inocente protagonizada por mi cabello castaño muy claro y aún un poco rubio y el verde claro de mis ojos con el sudor de mi piel bronceada.
Comencé a hacer abdominales y ejercicios que me dieron un poco más de culo que de tablilla de chocolate en el abdomen. Y sin embargo, Sandra, mi novia me había dicho “chaparro” como si mi virilidad le indignase con esa mirada fría y asesina, que escondía que a lo poco una cita con el estúpido Ricardo, con sus idas a la tienda de ropa y su apariencia de puro maquillaje, el típico junior metrosexual pendiente de cada cabellito que se le caía y con sus pantalones de 300 euros.
Estaba hastiado, pero en el gimnasio sólo podía pensar en dejar esa cabeza vacía, cosa que aprendí a raíz de la muerte de mi madre, que me dejó como exhausto, tan triste pero vacío que no lloré en su funeral, cosa que mi padre me reclamaba con su actitud generosa en apariencia pero pétrea.
Un día estábamos comiendo una comida breve y frugal, una sopa de la fonda de la esquina y me dijo:
-Creo que sería bueno que fueras a una universidad en el extranjero
-No creo que tenga una beca, le respondí.
-Eso es parte de tu flojera, no te has dado cuenta del sacrificio que hemos hecho tu difunta madre y yo por tì.
- Si ella viviera no me querría lejos, propiné
-Tú ni siquiera lloraste por ella, me respondió
-No lo hice porque estaba enojado
-Y recuerdo que esa vez tiraste el café como si fuese orina en el traje negro que traías, dijo esta vez con sorna y no enojado
Sorprendido por su frialdad y entre el miedo del daño que podría hacer en mi relación con èl y un deseo implacable de aplastarlo, de vengar mi frustración con mi última novia aposté:
-Tù la mataste
Me decepcionó su falta de silencio y lo dominante de su mirada, que si se paró fue para darme una decidida cachetada.
-Yo te podría demandar por asesinato y no darte nada en esta casa
-Hazlo
-Pues vete y llévate sólo lo puesto, lo demás me pertenece. En cuanto a tu herencia, tendrás tu cheque pero necesito tramitarlo, pero dudo que te alcance el dinero para mucho.
Me quedé mudo, pero noté que era sincero en la ausencia que había estado reprimiendo, por lo que sentí una mescla de coraje y desatino. Me dio otra cachetada a la que respondí sin pensar con un beso irracional, como pícaro, un beso de enemistad casi golpeado en sus labios.
-Puedes permanecer aquí o puedes irte, pero ahora será diferente, pues veo que hay algo que aún tienes que expresar
-Tuve una decepción amorosa
-Pues ese desafío puede hacerte comprender más sobre esas incomprensibles mujeres, dijo con un brillo en los ojos que sabía que él mismo no podía controlar
-Tu madre estaría orgullosa de tu éxito, pronto será abuela aunque ya no esté
El plato de comida fue devorado por mi hambre. Luego supe que era mi mente evadiendo el estrés psicológico que me causaba ese momento.
Estaba asustado y nada excitado con el recuerdo de la voz de Sandra, de sus labios, de su voz como salida de un manantial suave, y luego cambió la sensación a una agradable picazón al haberla recordado con su coño a mi merced y mis brazos abrazándola al completo. En cierto modo me había amado y si bien tenía un poco de envidia del pene de ese maricòn , sabía que yo era el bueno. Ya la recuperaría, no podía aceptar esta situación.
Silencio. Más silencio. No deseaba seducir a mi padre. Ignoraba lo que quería. No lo podía concebir. Por mi estómago pasaba la decepción y un miedo que era un hecho, la certeza de que algo moría, de que el deseo de venganza me quemaba un poco y de pronto mucho. Mi pene estaba erecto mientras mi corazón quería constreñirse.
Tenía que volver a su vagina, a aquel momento que me había sido arrebatado. Mis muslos excitados comenzaron a masturbarme sentado a ahorcajadas en la silla de madera, y sentían como nunca como un peso excesivo mis pantalones de mezclilla, que parecían tan rugosos como un metal oxidado por mi dolor reprimido.
Los muslos jugaban hasta que mi mano masajeaba por los pantalones bajando el cierre y dejando entrever mi prepucio que acariciaba, rebelde a masturbarme hasta que mi mano fue franca con mi bálano. Era hora de sacar todo mi pene y masturbarme francamente.
Pero atrás estaba de nuevo mi padre.
-Se ve que has tenido una decepción grande, que te va a obligar a hacerlo mejor y ser todo un chico fino
-NO, dije decidido, bloqueado por la vergüenza del momento y por la intensidad de los sentimientos, con el pene aún salido de bragueta del pantalón y la trusa.
-Tienes que evitar esos hábitos y convertirte en el adonis que las chicas merecen. Adonis. Pensé en la posible homosexualidad de mi padre, pues todo pintaba a una especie de engañosa seducción.
- Hay que saber comprender a la mujer desde dentro, sin dejar de ser hombre, y más cuando aún eres joven para llegar a ser bello y guapetòn.
No podía creer esas palabras de un hombre relativamente formal de 46 años, y con esa dulzura casi tierna de quien lamenta el destino de algo que se ha acabado, y al mismo tiempo goza de tener la suerte de su lado.
-Eres lindo Axel, y puedes tener una vida con esas cabronas mujeres que pocos pueden imaginar, siendo un príncipe, un amante silencioso del cual puedo estar orgulloso, que sepa que las tetas y las curvas son más que lo que se ve en la primera apariencia.
-Tienes un secreto, le dije en un reguero de emociones como pocas veces había sentido, entre la excitación y la derrota
-Sí, aunque sólo estaba esperando el momento justo para decírtelo
-Dímelo, dije sudando por el estrés, ya con el pene en su lugar en los pantalones, con un hilo de voz.
-Tienes una nueva madrastra, que es una excelente jugadora, hemos jugado y hemos ganado, y ella es rica con muchas inversiones, lo que te permitiría cómodamente irte a estudiar y olvidarte de mí, ya sabes, limitaciones y rivalidad mutua.
-No lo haré dije
-Entonces tendrás que hacer una muestra de amistad con tu madrastra, quien tiene buenas intenciones para tu futuro y de darte una cultura de una madre refinada.
-Como usted mande le dije, reprimiendo la ira
-Quiero que la seduzcas obedeciéndome, quiero que hagas tu mejor papel
-Sí señor
-Así se dice y vamos a celebrar
Fuimos al cuarto y me pasó ropa nueva que había comprado: Ropa Interior compuesta por unos bóxer negros con dorado y una camiseta ver sache con un polo blanco y pantalones de vestir negros rematados por un saco de lana y una corbata de seda con un estampado oriental.
Fuimos a cenar a un hotel de la ciudad considerado boutique, en donde pedimos caviar y unos steaks de salmón combinados con la música de un grupo por demás conocido que rara vez daba ese espectáculo en cabaret. Luego fuimos a un bar en una terraza, en donde se veían luces fugaces.
-es ese mismo exceso que te permite aprender a torear la soledad, me dijo retornando a su acento paternal
-Es como toda esa gente pasando sin mucho sentido- Me reì.
-Tu presentación será el miércoles – me dijo
Las miradas en la discoteca para las mujeres con sus pechos despampanantes y plenas de erotismo, con sus obligos solícitos y sus bragas prometedoras, en donde me sentí liberado al poder confesar, con la confianza en mi padre de mi deseo por bailar y excitarme. Sobra decir que una de ellas secretamente fue a mi habitación a intercambiar la noche de su cuerpo por dinero, a lo que mi padre sòlo dijo que llevar a los hombres con las prostitutas los iba fogueando como antaño ( a lo que dudé de tal conocimiento en él).
Esa prostituta era esa falsedad, como las burbujas del refresco, pero al mismo tiempo, una falsedad cierta, superficial en todo caso, con la indiferencia y profesionalismo con que me puso el preservativo con sus pies decorados con maquillaje dorado.
Y fue después de un masturbado orgasmo, sin demasiada pena ni gloria, que me di cuenta de que mi padre deseaba algo más, algo diferente al confuso incesto homosexual, aunque había erotismo en lo que deseaba que hiciese con él.
Podía hacer lo contrario, sin embargo me podría en sus manos. Me sentí relajado y abracé a la puta como oso de peluche, feliz por ese desahogo, sintiendo mi sudor complementado con el suyo, en la lujosa y espaciosa habitación, llena de objetos brillantes que le daban un toque poco verosímil al asunto.
No estaba satisfecho pero estaba confiado. No hubo masturbación al día siguiente, pero había un picor que caía desde una consentida frustración. Estaba viviendo el placer de ese momento. Y en el garaje había un nuevo porsche carísimo y un Audi a4 más moderno.
-Ese Audi està destinado a tì me dijo al oído
Pero tienes que actuar a la altura de tus materialistas gustos.
-Sí señor
-Tu madrastra te dará las llaves en su momento
-Sí papá Dije con una sonrisa de cachete a cachete
El día siguiente conocería a esa bruja que nos había hecho ricos, que sin embargo odiaba de antemano. Mi padre me dijo que me tenía un obsequio.
Abrì la caja y encontré una lata de metal como galletera con un prominente adorno de oro, que al quitarlo jalò la tela de lo que era un leotardo de tanga en seda púrpura estampada en relieve con caballos, como el que usan las bailarinas de ballet, pero con un claro espacio para el pene, que se unía con una cápsula independiente que se podía abrir y cerrar por tiras ingeniosamente entrelazadas para orinar, pero que cuando se cerraban constreñían ligeramente los genitales.
-Tu nuevo pijama de lujo, que estrenarás
Me sonrojé como nunca. Me parecía simplemente vergonzante la sola idea.
-Recuerda tu nueva vida
Le obedecí, sintiendo que caminaba hacia un espejo en un abismo.
-Buen chico – me dijo y me dio un beso en la frente empujándome a la cama y tapándome con las sábanas
Mi mente se revelaba, una parte de mí quería escapar de ser ese arlequín en el que me convertiría, pero otra parte aceptaba divertida el juego de poder de la sumisión, en el cual podría aspirar a poseer, por compromiso a mi propio amo. No podía creer que ese hombre fuera mi padre. Pero le admiraba, estaba orgulloso.
Cuando, a medianoche fui al baño, había un frasco de laboratorio que decía con una etiqueta fluorescente pon tu muestra de orina aquí.
Le hice caso y oriné en el frasco, sospechando lo peor.
El día había llegado, para lo que, después de estudiar, me presenté como me habían citado en la dirección de mi nueva madrastra, una gran casa minimalista con un comedor de madera fina de una sola pieza sacada de un árbol colosal arrebatado a alguna lejana selva.
Y allí estaba ella, una chava de 29 años, con pelo rojo como el fuego y ojos negros, con un talante de una piel de una lisura difícilmente descriptible y de casi 1.90 de altura.
Unos pechos firmes aunque no tan abundantes me arrebataron una breve erección que logré disimular.
Sorprendido por la coordinación de las personas que le ayudaban y la amabilidad de ella que rompía con el estereotipo de la “lady” infumable. El desayuno consistía en una ensalada con pescado ( tan extraña en el desayuno) y jugos de frutas multicolores en esa aséptica casa con su estilo minimalista tan sugerente.
Más allá del comedor, se veían varias escaleras que conducían a terrazas que lograban privacidad a pesar de no tener puertas, pues se perdían de vista. A la derecha de donde estaba sentado, la piscina se hallaba en una especie de foso a desnivel con el desnivel propio de la casa en donde continuaba un gran jardín, y era rematada por una pirámide de vidrio de una especie de polarizado que tenía un lujoso azul claro.
Y sobre el agua se hallaba un peculiar basamento en forma de senos femeninos perturbadoramente esculpidos en madera con barniz seguramente a prueba de agua, entre los cuales había una base con dos espacios para pies marcados, desde el cual salían cables de acero delgados pero, a mi juicio capaces de soportar toneladas y de esos cables se sostenían unas bolas de mármol, de las cuales salían unas cadenas recubiertas de plástico amarillo y finalmente unos grilletes que por fuera eran de una felpa blanca parecida a la lana natural, estando de otros dos cables en el sentido opuesto a los primeros un carrete con más cadena plastinada terminado en dos esposas de felpa. Al fondo colgaba un collar de cuero elaboradamente grabado y una pelota de pilates.
La madrastra, llamada Ana era escritora. La conversación versó sobre mundos imaginarios en donde los hombres son recluidos en ciertos centros donde son abordados por amazonas llegada la estación.
-Te presento formalmente a tu madrastra, Ana Dijo mi Padre
-Encantada, Manuel, dijo sin cortapisas
-Sabes que tenemos la misma voluntad
-Sí, así es, rió mi padre con sarcasmo
-Es natural que me odies y es parte de la historia, pues soy la villana, pero lo que hace diferente a esta historia es, que si obedeces te enseñaré a amarme, me dijo Ana, de Frente
- ¿ Traes tu credencial de elector, Mi Hijo?
-¿ Qué te importa?
( Ana se limitió a reír con aires de superioridad)
En otros tiempos, tu padre diría haberte vendido a mí para ser mi juguete. Y despreocupa, lo hago porque te amo. Amo lo que puedes ser. Me convertiré en madre, sin olvidar a tu primera madre, me adueñaré de tu ombligo y tenderé un nuevo cordón umbilical con una mantis y tú a cambio gozarás de muchos privilegios que ni siquiera habías soñado. De todos modos, basta el chantaje.
Le dí a Ana Mi credencial de elector y sacó su celular, apretando sólo un código.
Una puerta al fondo se abrió y salió un hombre en un elegante traje blanco con una credencial. Soy el Doctor Jiménez, abogado y cirujano estético y vengo a comentarle de lo que me dijo su padre, tomando en cuenta que es mayor de edad, y su estado de salud es bueno, a lo cual le encargaremos análisis adicionales y otorgue su consentimiento informado y libre, que dada su naturaleza me otorga poder a realizar bajo mi discreción y arbitrio médico.
Entendí el negocio, la traición de mi padre no era absoluta, pues yo también me entregaba.
Adelante -Dije
Tomó su Celular y activó la grabación
-Repite cinco veces: Doy mi pleno consentimiento a todos estos procedimientos médico-quirúrgicos
-”Doy mi pleno consentimiento a todos estos procedimientos médico-quirúrgicos”
”Doy mi pleno consentimiento a todos estos procedimientos médico-quirúrgicos”
”Doy mi pleno consentimiento a todos estos procedimientos médico-quirúrgicos”
”Doy mi pleno consentimiento a todos estos procedimientos médico-quirúrgicos”
”Doy mi pleno consentimiento a todos estos procedimientos médico-quirúrgicos”
”Doy mi pleno consentimiento a todos estos procedimientos médico-quirúrgicos (:…)”
Un momento. Ana, en un impulso descubrió uno de sus pechos y me lo mostró abiertamente, lo cual me provocó una excitación tal por su talante altivo que asumí lo que estaba haciendo.
El doctor regresó con equipo para tomarme muestra de sangre, lo que fue también toma de iris y de huella digital en un dispositivo electrónico. Era un momento de placer, algo me hacía abandonarme y confiar.
Ahora, formalicemos nuestra unión en esta carta moral, dijo Ana, quien sacó un documento en donde se comprometía a ayudarme de manera vitalicia
-¿qué necesidad tienes de hacerlo?
-Sólo juega tu papel, respondió
Lo firmé con gusto y ese pecho fue lamido por mi joven lengua, aunque fuese de la amante de mi padre, allí, sin pudor delante de él.
Firmé una cantidad de papeles de la que perdí la cuenta. Me estaba entregando completamente. Comencé a llorar, indefenso hecho del cual me avergoncé y el doctor con total frialdad sacó de su maletín el cojín para apoyar mi mano secándome él las lágrimas con la actitud de quien degolló un pollo.
El alcohol fue puesto en mi brazo y la aguja llevó a tubo de ensayo la muestra, implacable
Te amaré por siempre y mamarás de mí, hijo mío, mi obra de arte
Ahora acompáñame a la alberca, hay que estar solos tú y yo como madre e hijo antes de que me case con tu padre, así nos entenderemos mejor. Sacó un estuche de su injustificablemente caro bolso de diseñador y vi un insecto con unos ojos impresionantes hecho en metal brillante con un micro-display similar a la de los nuevos relojes inteligentes pero mucho más pequeño en el cuerpo redondeado del insecto, que tenía en la parte de abajo protegidas por una membrana de vidrio que decía “quirúrgicamente estéril”. Mi padre estaba desabrochando mi camisa, y cuando razoné, un terror como nunca antes había sentido se adueñó de mí.
Con pulso ágil, Ana impuso la mantis sin la membrana en mi ombligo, lo que me hizo sentir que mis entrañas se desgarraban y sangraba algo muy profundo en mí. Y allí estaba la mano de mi padre reprimiendo el grito, mientras las patas de la mantis se cerraban en torno a mi ombligo que escurría sangre y adoptaba una forma triangular, al quedar atrapado en una parte de abertura más fina a la altura de la cabeza, y una parte más gruesa por las patas traseras del insecto simulado. Recordé la escena de tortura de Matrix, pero ahora me parecía muy erótico, mientras el recuerdo de Sandra persistía.
Una vez limpia la herida del ombligo me pidió que la acompañara a solas a la piscina, a lo que accedí entre las lágrimas y con todo el cuerpo a punto de vencerse y temblando. Ya había visto lo que me esperaba en aquel lugar
Recordé lo que me dijo mi hermana ( que debería estar disfrutando en algún centro comercial del nuevo estilo de vida de la familia, sin considerarme a mí o a mi padre “ Eres tan pervertido que podrías querer a tu madrastra” Ahora sentía coraje por todos los momentos en que no había valorado el esfuerzo de mis padres, y yo me sentía el hijo de mi papá con una conexión que difícilmente podía ahondar y explorar.
En cierto modo había perdido libertad, pero sabía que ella me daría libertades que no me había atrevido a imaginar, por lo que le entregué mi cuerpo alegremente: En esa base colgante de la piscina de su gran casa minimalista y modernista me puse las decorativas cadenas en pies y manos, que fueron restiradas por unos carretes para tal fin, dejándome, junto con el bello y artístico collar a merced de mi madrastra, quien sacó un pecho de su atuendo, haciendo que me enamorara de la perfección y firmeza de su teta, mientras mi frustrado falo sudaba a gotas líquido preseminal. Era el elegido.
-Mama de aquí, hijo
Arriba del agua, todo mi cuerpo estaba en éxtasis. Mi ombligo se sentía conectado a lo profundo de mi abdomen y podía sentir, como mi pudendo vibraba, mi pubis era libre de luchar por ser libre, y el placer subía de mis genitales a todo mi cuerpo en esa posición extasiada. Reí con alegría real, con lo más cercano a la felicidad que había conocido
-Gracias madrastra, Gracias Bruja –le dije
-Quiero que sea libre, pero para eso hay que romper ciertas cadenas que se deben imponer primero.
Todo mi cuerpo estaba lleno de goce, hasta mi postura era un salto feliz, mi obligo que había dolido a raudales, agradecía tener la mantis, joya electrónica que me había instalado, como un nuevo cordón umbilical, e hizo conciencia, lleno de un placer liberador del olor de mi propio pene a punto de explotar mientras me acercaba el seno a los labios….y en ese instante sentí un indescriptible orgasmo en todo el cuerpo que me hizo temblar y reír gritando de placer, vibrante desde la base de mi cuerpo y mi ano por toda la pelvis hasta mi garganta, liberando también un chorro de semen sobre su costoso atuendo de seda. Estaba totalmente amarrado, pero estaba volando, sintiendo su sabor de mujer como un hecho que pocos novelistas imaginativos se atreverían a imaginar, una sensación cautivante de admiración por ella, que acariciaba simpáticamente mi cabeza que seguía los movimientos de sus duras tetas que en vez de amamantarme me penetraban y me absorbían, me llenaban de deseo de ser una con ella, disipando el miedo de traicionar a mi padre.
Distraído por ese pensamiento ahora trivial, volví a la realidad en donde estaba sorprendido de cómo fue posible que me hubiera permitido llegar hasta aquí. Había apostado y apostaría una vez más
-¿Me quieres?- Le dije
-Claro que sí, aunque no te habías dado cuenta de eso. Te quiero como a un hijo y mis hijos deben estar preparados para fortaleza superior de la mujer que apaga rápidamente el fuego de los hombres, que se extingue en un segundo sin dejar nada, de manera frustrante. Quiero que encuentres placer en las circunstancias más dolorosas, que yo sea sólo un espejismo entre tantas mujeres y hombres. Quiero que cuando ames, lo hagas como un rey. Y deberás empezar por ser un mendigo. Sus palabras me devolvieron a un estado aterrado. De golpe me ensimismé, aunque me controlé, tenía que demostrar fuerza. Podría denunciarlos por chantaje, pero de poco serviría, además nada se compraba con la oportunidad que ahora tenía, que me llenaba de coraje para seguir en mi propio rumbo. Perdía más de lo que ganaba. Y deseaba dominar, como cuando una Reyna tiene una corte ingente.
Aún elle es esclava de su jerarquía y debe seguirse a sí misma, para no perderse entre su propia importancia.
Ahora se había ido y me había dejado atado con mis pensamientos mustios.
Y Se prolongó la espera con mi falo que volvió, paulatinamente a la erección. Sentía una mescla indescriptible de emoción, curiosidad y riesgo. Me preguntaba de dónde había obtenido tanto dinero y qué había visto en mi padre, cómo le había contado, como mi padre había planeado traicionarme de esta manera…o salvarme. La ira cedía paso al abandono, y sentí, como si fuese algún monje oriental, una calma procedente del vacío. No había nada que hacer….nada.
Así paso un tiempo que no me atrevería a medir, pero fueron como unas dos horas en ese suspenso total….mi silencio no se vio interrumpido por mi padre, sino por el doctor que me informaba que estaba en un buen estado de salud, sin problemas como ácido úrico, creatinina o diabetes…-un poco de colesterol-, dijo -Pero nada que no se pueda corregir con el ejercicio que harás para tener una excelente figura.
Por cierto, hoy tienes una cita a domicilio, para la depilación, puesta de clavos quirúrgicos, circuncisión y anillo de silicona a las 9 de la noche.
La enfermera se limitó a desinfectar el espacio que quedaba en mi nuevo accesorio en el ombligo.
También me dio en la boca pastillas de antibiótico.
Después llegó mi madrastra y dijo que fuéramos al centro comercial a tomar un café.
En el carro decidí probarla con la mirada severa, como de quien tiene un secreto de muerte del otro.
Casi sin darle importancia, estaba manejado el Audi. Algo que me hubiera llenado de emoción me daba casi indiferencia. Tenía todas las dudas y ninguna forma de enfrentar la situación.
Me quemaba por dentro.
Ya en el café de gusto moderno, me impresionó un cuadro de formas abstractas en donde un ojo parecía hecho de cabellos en diagonal, pleno de sensaciones táctiles. Un pastel patéticamente caro recubierto de fresas y hoja de oro comestible fue ordenado por la friolera de 250 Euros
Sin dudarlo se dirigió con el encargado de la galería y lo compró por un fuente monto de dinero.
-Nunca te diste cuenta todo el tiempo que te espié y te desee-
No pude más que un sonrojo que parecía trivial a esas alturas.
No podía hablar, estaba rebasado.
Tomamos el café en silencio, que duró una larga hora.
Fuimos a pasear por las tiendas, en donde cumplió todos mis caprichos, desde de los tenis Nike más caros hasta una edición especial de un conocido celular con carcasa en Oro Blanco y Titanio, pasando por una Laptop Tesla Workstation al precio de un auto compacto, con todas las tarjetas imaginables de video ( recordad la fecha en que sucedió, 2012), Ropa de diseñador entre la que destacó las camisas de Armani, Unas camisetas mandadas a hacer a otro diseñador particular por 1,700 Euros y 2,000 euros de Bóxers los un reloj futurista de 4,000 euros, un cinturón entrelazado de Carolina Herrera de 300 Euros unos audífonos de 1,800 euros. También se encargaron unos lentes y accesorios personalizados que no describiré a detalle por 5,000 Euros.
Puesto me llevé una chaqueta Hermes con una pluma de Dalí de 7,000 Euros que se venía más para un chavo como yo y un anillo de piedras de colores masculinos También me impuso unos aretes de 9,000 Euros a los que se les añadieron unas esmeraldas con mis iniciales que dijo, me serían puestos al hacerme los agujeros en casa También compras de deporte por 6,000 Euros más. No lo más caro del mundo, pero más dinero del que había visto alguna vez junto en persona.
Y desde luego, el corte de pelo, con un simpático estilista con el que conversé un buen rato. Un chico muy conocedor de videojuegos y posgrado en diseño, que, utilizó un champú burbujeante, uno suave, dos muy aromáticos y muchos pasos para dejarme un peinado que elegí con confusos pero harmónicos rizos y levantamientos.
Casi Todo el valor de nuestra hipoteca, gastado así, en unos instantes.
-La haz pillado me dijo en un arranque sospechoso e incomprensible una vendedora.
Toda una fortuna en un solo día. Eso sí, me dio una tarjeta de crédito adicional y me dijo que me sujetara a ella en lo sucesivo, aunque me quedé incrédulo de la línea.
-Eso sí, el banco tiene instrucciones de no dar ni un centavo en efectivo por ningún concepto.
-Así observaré cada paso que das…rió…pero podrás hacer tu vida, ya lo verás.
-Vayamos a tu casa de antes, tu padre la venderá para olvidarse de la deuda.
Le dí una cachetada tan irracional como el beso que le había dado en la boca a mi padre.
Sólo sonrió, lo que me dio una sensación de poder como pocas veces en mi vida.
Fuimos al departamento y la tristeza del recuerdo de mi madre, y las dudas sobre mi padre me cegaron. Vi la ventana abierta y pensé, por un momento fugaz en el sinsentido y la arbitriedad de mi vida. El pensamiento de terminarla era depresivo y al mismo tiempo patéticamente erótico.
Revolví lo principal en la maleta, bajé cerrando la puerta y fui al carro. Había que llegar a la temible cita.
Llegar a la que sería mi casa desde ese día fue interesante, con sus muebles divertidos y únicos en forma de cuerpos humanos jugando libremente en el lujo del espacio inmenso de mármol que resaltaba cuadros antiguos y modernos que fascinaban. Había un cuadro religioso de un ángel violinista mirando desesperado y enojado a una tempestad, en un espacio al otro lado de la alberca que albergaba una biblioteca en espiral en la cual se podrían hacer unos 6 pisos habitables en mi fascinación por el gran terreno que ocupaba esa casa y sus inexpresivos, caras e implacables paredes de mármol aséptico.
Subiendo por ese espacio a la izquierda había una sala con una pantalla enorme de 90 pulgadas y sillones minimalistas recubiertos de verde. Una gran puerta de vidrio polarizado en dorado, como un lingote de oro simple y sin adornos mostraba mi nombre en un display electrónico.
-Pon tu mano
La puerta se abrió por un sistema automático, dejando ver un increíble espacio con terrazas ingeniosamente colocadas a desnivel, de tal manera que había un balcón enorme donde se podía ver la ciudad con una mesita de lectura, un espacio grande encerrado en un domo geodésico de vidrio azul oscuro, una escalara que subía a un espacio de lectura y en la esquina un reluciente trombón conectado a unos tubos de agua, con un respaldo con correas de cuero y barras para agarrarse, que quedaba claro que era el servicio. Viendo más de cerca se podía apreciar un control en una pantalla táctil junto con un perchero.
Ana me explicó, que como en las misiones espaciales, había que atarse de frente para orinar y que el mecanismo se acercara para recibir la orina y luego de limpiarse él mismo y dar los análisis de salud comunes, arrojaba agua a presión por todo el cuerpo del trombón aseando a presión y masajeando ligeramente los genitales. Se lograba privacidad en cada tramo de aquel cuarto por el ingenioso uso de los desniveles. No podía creer que semejante espacio fuera sólo para una persona, con sus armarios de material plástico iluminado como una nave espacial alrededor de todo el cuarto, con su luminoso de madera clara.
Llegamos arriba de una escalerilla a la derecha, a una plataforma donde hubo una imagen que me hubiera hecho orinarme si no hubiese orinado un minuto antes: En una esfera de madera con una pantalla LCD curva que simulaba muchas pantallas llenas de indicadores, había un sillón tipo ginecológico, que podía girar sobre su propio eje y tenía correas para el cuerpo. Era evidente que sería mi cama. En un mueble contiguo se hallaba un sistema como de quirófano de asepsia, de electricidad y de oxígeno. Se habían puesto mantas y cojines que se veían cómodos suavizando la escena. Un último detalle era un carril de nado que salía mágicamente de la sala contigua, y terminaba en otra especie de sala que fungía como estudio con enorme sillón de ruedas de piel y una gran computadora Apple. Y para confirmar mi temor, vi detrás de mí al Doctor.
-Habéis Firmado: “Manifiesto explícitamente, que dadas mis preferencias y aficiones, lo que suceda en cuanto a juegos de manipulación corporal violetos y de cambio que tengan poco o moderado peligro para mi integridad, forman parte de lo expresamente consentido por mí, y en plena potestad de mis facultades y con el arbitrio médico necesario manifiesto mi consentimiento informado para someterme a estas situaciones, renunciado de manera absoluta a denunciar de manera alguna o emprender ninguna acción jurídica relacionada con supuestos tratos crueles, inhumanos o degradantes o por privación ilegal de la libertad de manera ilimitada, salvo cuando la ley indique terminantemente lo contrario”.
Me quedé mudo.
-Ok, en observación de lo anterior, bienvenido vuestros nuevos aposentos, caballero. Cualquier pregunta relacionada con vuestros procedimientos y modificaciones podéis preguntármela ahora.
La excitación indescriptible y trepidante volvió a recorrerme.
¿Cómo lo haréis?
Básicamente, insertaré un clavo transuretral que sostendrá un implante de silicona con grafeno y células de piel cultivadas remplazando parte de tu meato, por lo que abriremos separando tu glande en erección, para que el material pueda ajustarse a tus reacciones, y luego, en lugar de los clavos pondremos una inserción uretral que mantendrá la distancia, aumentará el orificio uretral y será la combinación perfecta para tu piel joven, logrando el efecto de hongo combinado con una cicatriz invisible y la remoción del frenillo, eliminado también la práctica totalidad de la piel restante y podremos un sensor que sustituirá al prepucio mediante una manga de silicona, que a su vez jalará un cable que aumentará el largo de tu miembro. Pocas personas en el mundo pueden acceder a esta sofisticada cirugía, y la hemos llevado a casa sólo para ti.
Deseaba que estuviera mi padre para defenderme, pero tal pensamiento resultaba inútil.
Mi madrastra tomó su celular, y con una aplicación, activó el sensor del accesorio en forma de Mantis ( Para quien no haya visto una la podéis buscar en google) que empezó a emitir unos sonidos como un violín opacado al exterior, mientras podía sentir en todo mi vientre los ruidos que producían….y un piquete eléctrico en mis entrañas desgarrador. Luego sentí una picazón similar a cuando los pies se adormecen pero unas mil veces aumentada en todo el cuerpo que me paralizaba. Luego se calmó. Comprendí que no tenía otra alternativa que obedecerles. Sabía por intuición que el insecto figurado en mi ombligo era una trampa mortal para dominarme. No había alternativa.
-Es la última oportunidad, su madrastra está dispuesta a echar por tierra esto si no es su voluntad.
-Si quiero, dije lleno de conflicto interior y placer perverso.
-Desnúdate
Seguí la orden sin pensar. Mi mente estaba vacía.
Dos enfermeras habían llegado y ya estaba ayudándome a pasar a mi cama, la cual se inclinó y mostró sus reposapiés, los cuales recibieron mis pies y muslos que fueron amarrados con correas de cuero, dejando en la indefensión total mi ano y genitales completos en esa posición de piernas elevadas, separadas al máximo e inmovilizadas. Las chicas vestidas de enfermeras dieron un masaje a mi pecho que me llenó de un placer intenso, e hizo que tuviera una sensibilidad en las tetillas que no había sentido antes.
Luego me pusieron una loción de un fuerte olor que me provocó cosquillas y una sensación de adormecimiento, que se fue convirtiendo en una sensación de burbujeo muy relajante. Fue mágico como mi mente se concentraba en el placer del momento y en lo atractivas que eran después de todo, las chicas. Mi pene, insatisfecho, volvió a hacerse duro y rígido. Un masaje delicioso siguió, aunque sin tocar mi viril órgano, untando un aceite de una untuosidad que me excito y me hizo sudar con la piel abrillantada. Me explicaron que se trataba de un tratamiento multivitamínico. Para complementar me inyectaron en el brazo otra dosis multivitamínica para tener más resistencia en el procedimiento. Después aplicaron una crema de hidratación profunda muy fresca en mi piel, y después una pasada de limpieza con burbujas de oxígeno que salieron de mi propio y sofisticado dormitorio ¡cómo deseaba que esos labios chuparan mi sexo!.
Ahora aplicaban una crema para rasurar en las zonas de mayor bello, para lo cual levanté mis brazos que fueron sujetados por nuevas correas. La zona del pubis y el ano fue incluida pasando una rasuradora eléctrica bien afilada.
Después, el Doctor en persona sacó de mi propia cama que se convirtió en una silla que me tenía casi parado, una pistola de depilar y un faro de luz especial, y se colocó una máscara similar a la de soldar. Venía esa luz que se acercaba, así como un calor intenso que por zonas recorría mi cuerpo. Me colocaron una venda en los ojos para que no los abriera, pero alcanzó a ver que prendían una luz aún más intensa, y me aplicaban un nuevo ungüento que me provocó una sensación intensísima de calor, especialmente cuando lo sentí, de manera indiscriminada en mi ano. Sentía que me iba a quemar, pero era más el placer. Podía haber eyaculado en ese momento un gran chorro, pero tenía que darme mi lugar. Me concentré en no hacerlo, y sentí una sensación de frustración y al mismo tiempo de poder, que sólo era interrumpida por un dolor punzante cuando sentía que pasaba la pistola de depilar por las diferentes regiones de mi cuerpo.
La cama de nuevo era cama, esta vez en posición con el vientre hacia abajo, con lo que pasaron la máquina por la región de mis nalgas y la parte trasera de mis piernas.
Sin darme cuenta, por retener mi excitación eyaculatoria por no haberme podido masturbar auqel día (pese a haber hecho un buen chorro de semen) estaba haciendo tensión y distención muy intensa con el ano, lo que me hizo gemir intensa y decididamente, como la mujer que finge exageradamente un orgasmo…pero esta vez era sincero. Luego me quitaron la venda y vi mi cuerpo ligeramente aclarado por el tratamiento y completamente lampiño, con un tono parejo y lleno de vida, que me parecía hermoso.
-Ahora sufrirás
Ana pasó por mi piel una especie de lápiz destructor de las raíces del vello dándome toques con un dolor que me impulsaba a olvidar todo y salir corriendo. Pero eso era imposible. Pocos dolores eran así. Cada toque era un verdadero infierno. Pero mi polla seguía excitada. Cuando tocó cerca del ano, intenté gritar de pavor pero yo mismo me detuve. Iba a ir al final del destino que yo mismo me había forjado al haber aceptado hasta por segunda vez. No podía concebir revelarme, tal vez de mi padre en un mundo en que realmente no tenía muchos lugares a donde ir o qué hacer. Este sufrimiento horrible era parte del excitante drama de mi vida.
Salí del sillón-cama de operaciones para un breve descanso y apreciar mi belleza. Ese corte me iba muy bien y la piel suave como la nieve me gustaba mucho. Vi atrás la mano de Ana, que aplicaba una base de maquillaje en mi cara y conservaba una sonrisa sutil. No podía leerla del todo, no era totalmente predecible, parecía escuchar lo que le decía y sin embargo imponer su dominio contundente. Pude ver en el espejo como agregaba colores balanceados a mi cara que me gustaron mucho. Esa experiencia de maquillarme ahora me hacía sentir como la persona más importante que pudiera estar en la ciudad.
-Adelante mi héroe, dijo en voz baja para placer de mis orejas.
Por mi propio pie volví al sillón, donde volví a ser atado en posición de mujer que va abortar y fue inclinado atrás el respaldo de las piernas y separado para tener acceso a mi recién depilado ano.
El doctor lo comenzó a acariciar por la superficie teniendo una precisión de digito puntura en los nervios más sensibles lo que trajo sensaciones que no hubiera imaginado en mi virginidad rectal.
Luego comenzó a abrir y cerrar la parte interna de mis nalgas y las dejó para volver a aplicar presión sobre mis muslos, a lo que me resistí para no relajar la pelvis y conservar mi erección. No tocaba mi pene. Sólo mi ano, creciendo mi frustración. Mis gemidos eran casi gritos como una respiración suplicante ante el mar de placer.
De nuevo emití gemidos de verdadera y experimentada puta. Ya no tenía orgullo ni nada que perder. Como si fuera una nueva crema esa quemazón triste me recorrió. Pero el masaje era implacable, los estímulos eran implacables. Me dolía la cabeza y la espalda, dolor que desapareció cuando aplicó un lubricante con un vigoroso masaje. Ahora mi ano urticaba y quemaba, como cabezas de alfileres al rojo vivo. Y lo sentí. Un nuevo placer, que no dejaba espacio para nada más. No había pensamiento ni sentimiento por un momento. Me di cuenta de un orgasmo más prolongado que los otros que había tenido.
Sólo ausencia total, placer total. Era un orgasmo seco con un epicentro fuerte en la próstata que había sido alcanzada por los dedos del doctor. No sabía cuánto aguataría tanto placer y tanto miedo.
Fui dejado con las piernas hacia arriba separadas, el doctor metió y sacó rítmicamente su dedo, hasta que salieron flujos de mi próstata masajeada, sintiendo un alivio tremendo.
Las enfermeras pusieron un spray antibiótico, que urticaba un poco pero muy poco en comparación a la primera sensación. Me di cuenta que, de un cajón que funcionba como autoclave, mi madrastra ya con tapabocas y un pijama quirúrgico sacaba una gran colección de instrumentos cortantes, tijeras, punzones y tubos de distinto tipo.
-Nagggh! , traté de articular, pero cuando iba a gritar un pecho desnudo de mi madrastra entró en mi boca. Era mayor la excitación, todo lo que me estaba pasando me parecía muy erótico, por lo que dejé que sus pezones jugaran en mi boca, mientras mi pene era violado en su sacralidad por una sonda caliente de metal puro. Mi ego estaba destrozado, no me quedaba nada en el mundo. Lloré como un niño desesperado, sin poder distinguir entre placer y dolor, pues cada estertor hacía que mi pulsión creciera. De nuevo mi falo era protagonista de un placer nuevo.
Todo el cuarto vibraba por mis roncos lamentos.
-Me gusta que llores, pues con tus parejas te hará reír. Tu pene será tu vagina….y movió rítmicamente la sonda entrando y saliendo, produciendo un placer que desde la base del pene hasta mi pecho pulsaba de nuevo, listo. Me detuve. Un clavo de acero quirúrgico fue clavado en mi pubis, y de este, con unas pinzas quirúrgicas se puso un anillo en la base de mis depilados genitales doloridos.
Como para prolongar la agonía, de la manera más trivial me comenzaron a hacer manicura, como queriendo prolongar el dolor de esa punzada…una vez que hubieron terminado yo mismo me distraje con lo sinceramente bonito que se veían mis uñas bien terminadas y barnizadas.
Estaba atado, mi cuerpo estaba a su merced y encima me entregaba, me humillaba yo mismo.
Las pinzas quirúrgicas ahora torturaban mis orejas, que no sólo eran perforadas sino eran presa de un alambre elástico que las separaba y servía de soporte para los accesorios que me podrían, el arete de oro y unos extensores.
Tenía más placer que miedo, ante mi inminente circuncisión, pues el sillón tipo ginecólogo me devolvió a la postura sentada normal, y fue puesta bajo mis genitales una charola también de acero quirúrgico.
La sonda fue conectada con el anillo de la base de mis genitales, por una abertura que fue hecha en mi pene que comenzaba con un punzón que comenzó a herir mi prepucio sin anestesia alguna, produciéndome el dolor más grande que había sentido nunca jamás., incluso desde el accidente que había tenido. Un bisturí fue rápido y limpio y afilado, dejando un dolor casi imperceptible que creía lentamente pero era mayúsculo entre mis lamentos roncos y mi cuerpo brillante por la ira y el sudor.
Con unas pinzas largas, mi frenillo fue brutalmente arrancado.
Pero no grité. No tenía fuerzas La sangre comenzó a fluir pero fue atajada por pinzas que cortaban la circulación y mantenían restirado mi prepucio, proceso que se repitió del otro lado de la sonda, que ayudaba a mantener la forma de mi pene. Un anillo de silicona fue puesto, con otro extensor de metal. No había regreso, me estaban modificando de por vida. Y lo disfrutaba. Confiaba.
Muy despacio y con cuidado le cortó la piel, de arriba hacia abajo a la izquierda, luego a la derecha, lo más cerca que pudo al margen del glande, para poner una tira de silicona que haría el efecto del aumento. No pude más con el dolor y me quedé desmayado. Pero sin gritar.
Cuando desperté, la herida dolorosa todavía estaba allí, recogida con más de 10 pequeños clavos que torturaban la base de glande como piquetes de abejas repartidos por toda el área que había cubierto mi prepucio, y mi pene había sido lavado y recubierto con agua caliente lo que lo dejaba sondeado, erecto y desnudo, como una serpiente que había visto en la primaria, despojada por ella misma de su piel para que le creciera otra. Porque todo mi pene era una culebra color sangre brillante, sin piel pero erecta, a punto de explotar y de quemarse. La sensación era cada vez más intensa mientras despertaba, y pude ver con terror como prácticamente no tenía piel. Era solo esa culebra furiosa, agonizante, pervertida. Con toda frialdad mi madrastra me trajo una charola para que vomitara. Ni así la iba conmover. Mi boca fue limpiada Y esta vez sí vi un falo erecto obviamente reprimiendo mi grito de dolor. Lamí su prepucio de fuerte olor. Era el de mi padre.
-Serás fuerte en la vida al beber de la semilla de tu padre, que no pudo beber tu abuelo.
Él solo vestía una bata, y se vería que la bruja, mi madrastra lo había dejado para el final, pues no había podido ver la suerte de espectáculo que habíamos hecho. Sabía que ella me ayudaría a vengarme. Las lágrimas seguían fluyendo, mientras el pene casi ahogándome me hacía sentir el áspero pubis de mi padre junto a mi joven mentón. Fui desatado por el doctor para que me pusiera de rodillas para mamar a mi padre.
-Ya eres todo un hombre, tendrás mucho éxito con las mujeres, Dijo con un placer susurrado y eyaculó en mi boca.
Me pusieron un artefacto como un cinturón de castidad de varillas que detenía la herida del glande y lo empujaba, alargando todo el pene.
Un chorro de champagne estaba en mi boca. Los presentes brindamos.
-Tengo dinero pero mi familia no me quiere. Era todo frialdad. Así necesitaba alguien a quien hacer sufrir hasta que me amara, y me enamorado de tus ojos. Si no éramos de sangre, había que hacer fluir tu sangre, hijo mío.
-Gracias, mamá, le respondí
-No soy la clásica dominante, en verdad quiero que hagas tu vida y eso sólo es posible experimentando el verdadero dolor.
-Tu cita en el hospital será en 2 meses
-Gracias
Las intervenciones fueron un éxito, y en verdad, pude volver a seducir a mi novia, quien se impresionó por mi nuevo aspecto por artificial que fuera y mi nueva perfección con ese cuerpo hermosamente marcado. También mi madrastra pagó la colegiatura de la universidad más prestigiosa de la ciudad, muy conocida pero que no viene al caso su nombre.
Fueron semanas a toda felicidad, pero algo comenzó a atormentarme. Deseaba que mi padre no quedara impune, pese a que amaba a mi madrastra….Tengo de todo, estoy en el placer y el éxito, sólo me falta la venganza.
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