Relatos eróticos Marqueze. El Sexo que te gusta leer.

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Conoce las mejores historias eróticas de nuestros participantes

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maria jose , de zaragoza :
La clase (II)
Me acostó en el suelo,me miró,me sonrió,me besó y fue bajando lentamente hacia miclítoris ,su lengua jugaba en mí de manera tan asombrosa que no podía parar de retorcerme del placer.De pronto paró,dejó de acariciarme y comenzó a bajarse los pantalones al mismo tiempo que contemplaba mi cuerpo semidesnudo y delicadamente entró en mí haciendo movimientos suaves y pausados que iban aunmentando conforme nos mirabamos.Cada vez más y más fuertes nuestros moviemientos que quería gritar pero él no me dio tiempo y me silenció con un fuerte beso,yo arañaba su espalda cubierta por aquel traje que estaba cálido por el calor que desprendía su cuerpo,tiraba de sus cabellos,estrujaba su voluptuoso trasero contra mí,llegando al mismo tiempo a un intenso orgasmo que hizo que nuestros cuerpos quedasen exautos por aquel acto tan apasionado.Lo más hermoso de aquel momento fue cuando él se tendió sobre mí y empezó a escuchar el latido de mi corazón y mi agitada respiración,jugaba con mis cabellos, observaba muy de cerca mi piel y la besaba dulcemente.Y yo,qué podía hacer,sentía satisfacción y felicidad por haber vivido aquel instante que jamás olvidaré.
Cada día me lo encuentro por los pasillos,no nos hablamos, pero nos miramos, nos sonreímos, con aquellos gestos nos decimos lo sufiente:que aquel día fue especial y que ese ardor sigue aún dentro de nosotros



maria jose , de zaragoza :
La clase (I)
Durante clase sumirada se cruzaba con la mía.El deseo de nuestros cuerpos juntarse era intenso,el calor que sentía era indescriptible.
Aquellos ojos me miraban de forma tierna y excitada a la vez,fijos en mí que me impedían hacer mis deberes,esteba nerviosa y caliente.Aún así no me importaba seguirle el juego;no podía creer que ningún alumno se diera cuanta que entre mi profesor y yo saltaban chispas.
Al finalizar la clase se acercó y me dijo que quería hablar sobre un trabajo de literatura,sorprendentemente acepté sin persármelo dos veces y esperé a que la clase estuviera vacía.Por fin estabamos solos,él me habla del trabajo,yo por otro lado, no escuchaba sus palabras sino que me fijaba en el movimiento q hacían sus labios al hablar,mi cuerpo temblaba,tenía mucho,mucho calor y no esperé más para besarlo.Estupefacto se apartó y me dijo q era peligroso y que nos podiamos meter en un lío,pero no me importó y seguí besándolo dándose por vencido y dejándose llevar tan deprisa que decidió tomar el control acorralándome a la pared,besándome,acariciándome por completo.No pude evitar tocar su paquete que estaba duro y excitándome más.Recorría mis pechos por debajo de mi camisa,besaba mi cuello,lo mordía suavemente,bajaba lentamente hacia mis pantalones,el cual quitó rapidamente.Sus manos fuertes acariciaban mi sexo húmedo mientras besaba mi acalorado vientre.Yo apretaba su cabeza contra mí,él sabía lo que quería.En el suelo me miró,me sonrió,me besó y fue bajando con besos hasta mi clítoris,su lengua jugaba en mí de manera tan asombrosa que no paraba de retorcerme de placer.


Lorena , de Madrid :
Arder como el fuego
Cuando entre en casa, un pequeño sendero de velas blancas se abría ante mí. \"Sígueme\" decía en un pequeño papel. Como sí de un juego se tratase cumplí las órdenes. Un millar de velas iluminaban la estancia. La tenue luz de las velas me permitió verle. Estaba tumbado en una colcha, intentando abrir una botella de champán. No tuve que decir nada. Sus ojos se posaron en los míos. Me deslice junto a él. Sus labios firmes y sedosos se posaron en los míos. Con leves caricias me abrió la boca e introdujo su lengua. Poco a poco nuestros cuerpos se acercaban. Sus besos, delicados, lentos y suaves fueron bajando por mi cuello. Deslizó sus manos por mi pecho. Me quitó la camisa y los pantalones. Yo no tarde en responder e hice lo propio con él. Al tocar su piel me quemaba, ardía como fuego. Sus besos cada vez más intensos, se posaban por todo mi cuerpo. Bajó por mi cuello para deslizarse por mi pecho, mi abdomen y mis muslos. Mis piernas se abrieron ante su llegada. Yo ardía por momentos. Sus dedos recorrieron todo mi cuerpo. Sus manos me abrasaban cuando tocaban mis pechos. Buscó mi lengua, mis labios, mis besos. Yo le deseaba tanto como él a mí. En cuanto nuestras miradas se encontraron le sentí. Le sentí tan dentro como nunca le había sentido. Mis piernas se abrieron para dejarle entrar una y otra vez. Rodeé su cadera con mis muslos. Le quería todo para mí. Lo quería cerca de mí, dentro de mí. Perdí el sentido del tiempo, del espacio. Su cuerpo cada vez más caliente, se movía más y más rápido. Entonces, como si de madera se tratase, ardimos.




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